Eso me dio una idea. ¡Podía hacer más! Poco después, el Zapato Solitario, que siempre suspira por su par perdido, pasó con un pensamiento de un campo lleno de flores. ¡Plop, otro para la colección! Me balanceé de nuevo y, dos, tejí otro hilo de colores suaves.
—¡Ay, Gorro Lindo! —exclamó el Zapato Solitario, su suela casi cosquilleando—. ¡Siento como si caminara sobre nubes! ¿Será que me ha crecido una flor en el talón?
Yo reí, mi pompon bailando un poquito. ¡No, era la magia del arcoíris invisible que lo rodeaba, dándole alegría!
¡Esto era fantástico! ¡Quería que todos sintieran esa chispa! Cuando el Gatito Curioso se estiró en el pasillo, soñando con perseguir mariposas, ¡Zas, otro pensamiento feliz para mí! Me balanceé con más fuerza y, tres, tejí un gran y brillante hilo de arcoíris que se expandió por todo el pasillo.
—¡Miau! —maulló el Gatito, sus bigotes temblando de asombro—. ¡Parece que el sol está jugando a las escondidas aquí dentro! ¿Es un nuevo juguete invisible?
Yo sabía que no era un juguete, sino la alegría que flotaba en el aire, gracias a mis tejidos.
Así que aquí estoy, Gorro Lindo, en mi perchero. El pasillo nunca más fue gris; ahora siempre tiene un suave y secreto brillo que solo los corazones felices pueden sentir de verdad. Cada vez que el viento sopla y alguien pasa con un pensamiento alegre, yo sé qué hacer. Me balanceo, atrapo la alegría, y la convierto en más color para el mundo, esperando el próximo soplo de viento. Mi perchero es el mejor lugar para ser creativo y generoso, ¿no crees? ¡Y estoy listo para tejer otro!