—¡Miren, miren! —dijo Saltito, el conejo más bromista del Bosque Chiflado—. ¡Haré desaparecer esta zanahoria con mi sombrero!
—¡Miren, miren! —dijo Saltito, el conejo más bromista del Bosque Chiflado—. ¡Haré desaparecer esta zanahoria con mi sombrero!
Puso el sombrero sobre la zanahoria. —¡A la una, a las dos y a las tres! ¡Puf! —dijo Saltito. Pero, ¡qué sorpresa!, la zanahoria seguía allí, ¡y Saltito empezó a desaparecer!
Puso el sombrero sobre la zanahoria. —¡A la una, a las dos y a las tres! ¡Puf! —dijo Saltito. Pero, ¡qué sorpresa!, la zanahoria seguía allí, ¡y Saltito empezó a desaparecer!
—¡¿Pero qué?! —exclamó Saltito, con sus orejas dobladas. ¡Había aparecido apretadísimo dentro de una bellota gigante! —¡Qué locura!
—¡¿Pero qué?! —exclamó Saltito, con sus orejas dobladas. ¡Había aparecido apretadísimo dentro de una bellota gigante! —¡Qué locura!
¡Puf! De nuevo, Saltito desapareció. —¡Ay, no! —dijo, al aparecer sobre un nido de patos dormilones. Los patos solo bostezaron, ¡ni se movieron!
¡Puf! De nuevo, Saltito desapareció. —¡Ay, no! —dijo, al aparecer sobre un nido de patos dormilones. Los patos solo bostezaron, ¡ni se movieron!
¡Puf! Una vez más, y Saltito apareció detrás de una seta enorme. —¡Jajajaja! —se rio Saltito, con sus grandes orejas moviéndose—. ¡Este truco no salió como esperaba, pero es muy divertido!
¡Puf! Una vez más, y Saltito apareció detrás de una seta enorme. —¡Jajajaja! —se rio Saltito, con sus grandes orejas moviéndose—. ¡Este truco no salió como esperaba, pero es muy divertido!