En una caja de juguetes antiguos, bajo una manta que olía a lavanda y a historias pasadas, vivía un patito de goma muy especial. Se llamaba Patito de Menta, y su cuerpo era de un suave color verde, como las hojitas más frescas. Siempre olía a menta, un aroma dulce y refrescante, pero Patito de Menta no se sentía nada refrescante. Se sentía un poco triste y olvidado, pues pasaba los días sin jugar, mientras afuera, la víspera de Halloween traía risas y preparativos para la diversión.