Pincel Susurro era un pincel tan, tan delgadito que sus cerdas parecían un suave soplo de aire. Cada Víspera de Halloween, mientras las calabazas sonreían en las ventanas y las hojas crujían bajo la luna anaranjada, Pincel Susurro intentaba pintar en su pequeño cuaderno. Quería crear monstruos divertidos y fantasmas amigables con colores brillantes, pero por más que se esforzaba, solo dejaba un brillo casi invisible en el papel. Soñaba con dejar huellas de color que todos pudieran ver y admirar, y su corazón de madera se sentía un poquito desanimado.