Casper era un oso polar tan blanco, ¡tan esponjoso!
—¡Mira, mira! —pensaba Casper—. ¡Casi nadie me ve en la nieve!
Solo sus ojitos negros, como dos botoncitos, decían: “¡Aquí estoy!”.
Un oso polar que juega a las escondidas... ¡consigo mismo!
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