En el corazón del Bosque Chiflado, Curiosín el mapache movía su nariz, buscando algo nuevo. ¡Siempre le encantaba descubrir!
En el corazón del Bosque Chiflado, Curiosín el mapache movía su nariz, buscando algo nuevo. ¡Siempre le encantaba descubrir!
Entonces, entre las hojas, algo diferente captó su atención: una seta. Era un poco apagada, de un color que casi se escondía.
Entonces, entre las hojas, algo diferente captó su atención: una seta. Era un poco apagada, de un color que casi se escondía.
Con un toque suave de su patita, ¡la seta cambió! Un brillo muy, muy tenue comenzó a crecer, pintando el aire con colores suaves.
Con un toque suave de su patita, ¡la seta cambió! Un brillo muy, muy tenue comenzó a crecer, pintando el aire con colores suaves.
La luz se hizo más grande, y en el suelo del bosque, ¡oh, sorpresa! Aparecieron mapas secretos. Eran caminos de estrellas fugaces, que brillaban y se movían.
La luz se hizo más grande, y en el suelo del bosque, ¡oh, sorpresa! Aparecieron mapas secretos. Eran caminos de estrellas fugaces, que brillaban y se movían.
Curiosín se quedó allí, con sus ojitos bien abiertos, maravillado. Esos mapas de estrellas eran temporales, una magia fugaz, ¡y solo él los había descubierto!
Curiosín se quedó allí, con sus ojitos bien abiertos, maravillado. Esos mapas de estrellas eran temporales, una magia fugaz, ¡y solo él los había descubierto!