Copilín, el pequeño duende de las estrellas, flota suavemente en la plaza. Lleva una pequeña bolsita llena de polvo de luna. Sus alas, hechas de rayos de luz, a veces se enredan un poquito. Mira la fuente cristalina, mira las palomas que caminan, mira las flores de mil colores. —¡Qué bonito lugar! —piensa Copilín—. Pero, ¿no le falta algo de brillo? Sus ojitos, dos pequeñas gemas, buscan un lugar para su magia.