Chispa, la pequeña nube de vapor, solía bailar ligera sobre la olla humeante. Cada noche, cuando la cocina se sumía en un silencio sereno, ella se elevaba, blanca y brillante, hacia el techo, antes de desvanecerse en el aire. Pero una noche estrellada, bajo el plateado resplandor de la luna que se filtraba por la ventana, Chispa sintió una curiosidad diferente. No quería desaparecer sin más.
Flotando suavemente, se acercó a la nevera, donde coloridos garabatos de los niños adornaban la puerta. Un dibujo de una manzana roja y redonda captó su atención. ¿Qué pasaría si...? Con un toque tenue y tierno, Chispa rozó la imagen. De repente, un pequeño puf de vapor salió de ella, llevando consigo un dulce y delicado aroma a manzana, que flotó por la cocina antes de disiparse. ¡Lo había logrado!