Yo era Carlota, una zanahoria rechoncha y con un sombrerito de hojas muy coqueto. Mi hogar era una caja de madera, justo allí, en el ruidoso mercado de agricultores. ¡Qué maravilla era aquel mercado! ¡Qué olores! ¡Qué sonidos! Un día, mientras las voces cantaban y las risas volaban, me pregunté: ¿Y si ruedo un poquito? ¿Qué pasaría? Con un suave empujón, me moví. ¡Ruuuul-uuul! Me detuve. ¿Lo sintieron las lombrices? ¿Habrá sido suficiente?