Érase una vez, en una casa donde la risa sonaba como campanas, vivía un pequeño botón de camisa llamado Botoncito. ¡Plin! Un día, se soltó de su tela y rodó, rodó, rodó por el suelo de madera. Botoncito, redondito y brillante, se sentía tan pequeñito y tan solo. Miraba los hilos de polvo danzar, y pensaba con un pequeño suspiro: —¡Rodar, rodar, Botoncito, ¿qué más puedo yo hacer?—. Él no sabía que tenía un propósito especial, que su brillo guardaba un secreto, ni que su corazón de nácar pronto encontraría un hogar muy especial.