Una vez, en un bosque muy, muy ruidoso, donde búhos ululaban con fuerza, osos roncaban con sonoridad, y grillos chirriaban sin cesar, vivía una pequeña pausa de silencio. ¿La conoces? Era Susurro, una nubecita plateada y casi invisible, tan tímida que apenas se atrevía a asomar. La orquesta del bosque tocaba día y noche, y tú, Susurro, te sentías un poco perdida entre tanto estruendo. Cada sonido era grande, ¡tan grande! ¿Qué harías tú, pequeña Susurro, entre tanto bullicio? ¿Te esconderías más profundo entre las hojas, o te atreverías a flotar un poquito más cerca?
¡Oh, qué suave calma, qué dulce murmullo, te invita a escuchar, Susurro!