Yo soy Nalu, la luciérnaga, y cada noche, mi trabajo es encender mi pequeña luz en el huerto escolar. Bzzzz, voy de aquí para allá, entre los tallos de albahaca y las flores de jazmín que desprenden un aroma tan dulce que casi me da sueño. Mi luz es como un pequeño faro que danza suavemente en la oscuridad, una estrella que decide volar. Pero, a veces, tengo un miedo chiquitín: ¿y si mi luz es demasiado brillante y despierta a las pequeñas semillas o a los caracoles que duermen bajo la tierra? El silencio de la noche es como una manta suave que no quiero perturbar, y yo, con mi brillo, siempre me pregunto si estoy haciendo ruido. Yo soy pequeña, sí, pero mi luz es grande y a veces me siento un poco sola, observando todo desde mi hojita de menta.