Fleco sigue su dibujo danzarín. Muestra al pajarito intentando alcanzar algo brillante, una semilla solitaria que resplandece en el alféizar, justo fuera de su alcance. Pompón, el osito valiente, se da cuenta de la dificultad. —¿Qué haremos, Fleco? —pregunta Pompón, su voz llena de amistad. Fleco, con un suave movimiento, narra la solución: —Uno, abriremos la ventana un poquito, con mucho cuidado. Dos, dejaremos una migaja de galleta en el alféizar. Tres, esperaremos tranquilos y en silencio. Los juguetes, unidos, asienten. Con cuidado y cariño, los juguetes se acercan a la ventana. El osito Pompón empuja suavemente el pestillo mientras Pelusa coloca una pequeña migaja dorada. El pajarito, viendo el dulce regalo y sintiendo el calor de la amistad, vuela, toma la migaja y se va feliz, dejando un alegre gorjeo de agradecimiento. Fleco, suave y sonriente, se balancea de nuevo en la cortina. La habitación vuelve a la calma, lista para que el viento traiga nuevas historias, sabiendo que la valentía y la tierna amistad de los juguetes siempre encuentran la manera de ayudar.