Yo era Corazón de Río, una pequeña piedra gris y redonda, pero con una forma perfecta de corazón, que descansaba en la orilla de un río que siempre me pareció demasiado claro. Mi vida era tranquila, mirando las libélulas bailar y escuchando el suave murmullo del agua. Me sentía un poco… inmóvil, como si mi destino fuera solo ser un adorno silencioso. A veces, soñaba con saltar, con volar, con ser algo más que una piedra inmóvil. Mis días eran todos iguales, todos tan quietos.