We, un grupito de duendes del viento juguetones, siempre flotábamos junto a Algodón, nuestra nube favorita, justo encima del Gran Lago Espejo. Un día, mientras Algodón se estiraba perezosamente, proyectó sin querer una sombra curiosa sobre el agua. Fue un momento mágico y chistoso, como cuando una almohada suelta plumas. ¡Y entonces, PLOFF! Una forma alargada, como un pez travieso, apareció brevemente en la superficie brillante del lago. ¡Nos quedamos boquiabiertos!
Algodón, que era un poco despistada pero muy observadora, parpadeó con su luz interna y se dio cuenta. —¡Miren! —murmuró con voz suave como brisa—. ¡Hice una sombra! Empezó a moverse muy, muy despacito, casi sin que se notara. Y así, ¡PLIFF!, apareció la silueta de una rana saltarina. Luego, ¡PLUFF!, un pato que agitaba sus patitas. Era como si Algodón tuviera un teatro secreto, y el Gran Lago Espejo fuera su escenario acuático, ¡lleno de sombras bailando!