Púas, un pequeño erizo, camina por el bosque. Sus espinas son un poco ásperas, como pequeñas ramitas secas. Él piensa: —Mis púas son solo para pinchar, ¿verdad?— Hoy Púas busca bayas rojas. Sus patitas lo llevan a un lugar nuevo. ¡Qué emoción! Allí, un gran tronco caído lo espera, silencioso y viejo.