Soy Leo, el astronauta calabaza, y esta noche, bajo la luna redonda como un gran queso suizo, ¡organizo el Desfile Anual de Disfraces Fantásticos! Mis pequeños amigos, con sus trajes recién hechos, brillan como luciérnagas inquietas. Huele a hojas secas y a galletas de jengibre con forma de fantasma, y cada farolillo naranja danza con el viento, esperando la magia. Siento un cosquilleo en mi tallo de calabaza, ¡la emoción es casi tan grande como mi casco espacial!
Justo cuando cuento: uno, dos, tres... ¡para empezar a marchar!, una nube de pequeños murciélagos juguetones, más rápidos que un rayo de luna, ¡flit-flit-flit!, revolotea sobre nosotros. Sus alas son como terciopelo oscuro, y en su prisa por saludar, ¡revuelven todos los disfraces! ¡Puf! ¡plaf! ¡swish! Un sombrero de pirata vuela, una cola de dragón se enreda, y de repente, los niños se miran con ojos como platos. ¿Qué ha pasado?